Aunque me digas de golpe que no, es difícil creer que no te preocupa tu imagen, el cómo te ves y cómo te perciben los otros. Y seamos sinceras, nada tiene que ver con vanidad, sino con que somos seres sociales.
Dicho esto empezarán las preguntas en tu cabeza: ¿es por eso que no consigo X? ¿tiene que ver con que no tengo suficiente en el armario? ¿acaso a nadie le importa la belleza interior o el intelecto? NO. Las respuestas que parecen más obvias no lo son, te lo prometo. De hecho en este trabajo que desempeño todos los días, tuve momentos de cuestionar si me estaba fijando demasiado en lo externo, y no, no tiene que ver con eso.
En comunicación no verbal está implícita tu presencia y el cómo te expresas a nivel corporal. De ahí que emitas tantos mensajes como puedas aunque no lo percibas conscientemente, y entre esas cosas está el cómo te desenvuelves (a nivel físico) según lo cómoda o incómoda que estás con tu cuerpo, tu imagen, tu aspecto, el cómo caminas, mejor dicho, lo que representas según lo que has elegido vestir ese día.
Mi imagen sí me preocupa
En consulta suele estar la preocupación existencial del «no tengo estilo» o el «siempre me veo igual». Por un lado porque estamos siendo bombardeadas con las imágenes perfectas en redes, medios, etc, pero por otro es porque asumimos que el tema de la imagen es comprar algo que nos queda bien, lucirlo lindo y listo. Poco se habla del trabajo interno que se debe hacer cuando estamos eligiendo algo al comprar, al vestir según la ocasión a la que nos presentamos, a nuestro estilo de vida y a nuestras necesidades.
Por ende esta preocupación sigue tristemente enfocándose en lo externo, tratando de poner un parche con alguna que otra compra aislada, en lugar de atender algo más fuerte y permanente, o sea el conocerte y aceptarte. Y ya sé, pensarás… «qué filosófico todo», pero no, es real que una vez que te haces consciente de qué necesitas según quien eres, es cuando en verdad empiezas a disfrutar de vestirte, arreglarte, mostrarte.
Imagen: La edad, el peso, el estilo, la silueta, los colores.
Cada una tiene un conjunto de características que hacen de sí misma un universo infinito. Incluso cuando me escuches o veas dando consejos «para X silueta» o «para tal tipo de piel», esos consejos son difíciles de adaptar, porque la generalización no funciona en casos de trabajo profundo y real con tu propia imagen.
¿Qué hacer entonces? si eres consumidora fiel de revistas, blogs o consejos de expertas en redes, pues no te dejes agobiar con tanto dato. Toma lo que sientes que conecta contigo, lo que no, apártalo. Esto aplica desde el clásico mito de «el color negro adelgaza» hasta la promoción de jeans que te recomienda la blogger del momento (que por cierto cada vez marean más y más con tanto anuncio).
Si tienes realmente el presupuesto, la disposición y decisión de hacer un cambio más profundo, solicita sesiones personalizadas con un asesor de imagen. Quienes pasan por un proceso de varias sesiones tienen el suficiente tiempo para plantearse diversos escenarios, atender preguntas que antes no se habían hecho sobre tu imagen y resolverlo con acciones puntuales.
De hecho te cuento algo. Asesorarte tú misma es genial para un primer paso, sin embargo no la solución real al tema. Te lo digo por experiencia, aún siendo asesora he acudido a este servicio dos o tres veces para tener una visión más objetiva, porque eso también es importante, ser humilde y comprender que hay cosas que no logras percibir bajo tus propios lentes de ego (y sí, no lo tomes a mal, somos humanos y a todos nos pasa).
Imagen: No te preocupes, ocúpate.
Tal como lo dicen muchos, lo mejor ante una preocupación es llenarla con ocupación. Basta de lamentarte porque «todo se ve igual o aburrido», tampoco te llenes de excusas de tiempo y dinero, porque sino quiero que recuerdes las mil veces que dijiste «no me puedo permitir una asesora de imagen«, pero a la semana fuiste de compras desesperadamente para cumplir con un evento o saciar la necesidad de novedad en tu armario.
Detenerse, analizarse, enfocarse y actuar son las mejores acciones que puedes regalarle a tu imagen personal. ¿Estás dispuesta a hacerlo?