En cada profesión hay un manual de ética, otro de protocolos a seguir, formaciones dedicadas a la gestión de procesos para facilitar X trabajo, sin embargo cuando se habla de Asesores de Imagen parece que hay una enorme incógnita respecto a estos temas.
Es común de hecho escuchar entre colegas decir que han intentado esto y aquello con la intención de encontrar una forma real de operar en sus sesiones, y hasta en varios casos se escucha de quien ejerce este trabajo sin siquiera tener un mínimo de formación técnica o tacto para hablar de algunos temas, bajo la impronta de solo contar con «el buen gusto para vestir».
Con este post no pretendo tener la última palabra, ni mucho menos, pero si al menos poner por escrito algunas prácticas que considero no son ni éticas ni sanas para nuestros potenciales clientes, y ni qué decir para la imagen de nuestra profesión. Ya me dirás si te parecen o no, e incluso si te has encontrado con gente haciendo cosas como éstas que mencionaré.
Los NO de esta profesión:
- Sobreexponer la privacidad de tus clientes. ¿Cómo? En su momento se ponía de moda eso de subir las fotos del «antes» y «después» para demostrar el súper cambio que se supone haber logrado en sesiones con clientes, sin embargo más allá de ser una práctica que considero un tanto morbosa, también es cierto que en muchos casos no se solicita el permiso de los clientes (quienes confían a ciegas toda esa información), con tal de ganar algo de visibilidad en redes. Y acá contaré una anécdota. Cuando vivía en Londres y quise acreditarme como «Personal Stylist» a la semana de la moda, uno de los requisitos era mandar una serie de fotos de este estilo, a lo cual me quedé perpleja porque no consideraba que eso me validara como profesional. Obvio, desistí de ese tipo de acreditación y terminé accediendo como periodista al evento, con tal de no escrachar a mis clientes.
- Generalizar consejos sin tener en cuenta la situación personal del cliente: aplica para TODO. Y es por esta razón que soy enemiga de los consejos para vestir en términos generales como «si eres de silueta X, ponte esto» y «si eres de tal estatura usa aquello». Sé que son consejos virales, que atraen la atención y que para un blog de moda funcionan bárbaro (de hecho algo de eso comparto en mi blog HDMY!), pero prefiero pasar de pesada y explicar siempre que los consejos generales no aportan resultados, sino frustraciones. Hay tantas variantes en una persona y su contextura física, estilo, colorimetría e incluso estilo de vida, que sería imposible generalizar todos los conceptos técnicos aprendidos.
- Pretender ser un juez de estilo. En su momento se puso muy de moda esperar los eventos de alfombra roja para incendiar las redes sociales con los clásicos «mejores y peores vestidos de… » con juicios muy destructivos, cero contexto sobre el por qué alguien ha elegido determinada prenda, y dejando la imagen del asesor de imagen como un juez despiadado y excéntrico. Considero que en ese caso en particular (alfombras rojas), hay mucho contexto a tener en cuenta, desde los acuerdos comerciales que cada celebridad tiene con distintas marcas de moda que debe vestir, hasta el simple hecho de que quien le asesora no necesariamente conoce del tema técnico respecto a silueta, colorimetría y estilo. Por otro lado, saber que en muchos casos las personas vestimos desde nuestra propia percepción psicológica, lo cual es ultra subjetivo y no debería ser juzgado tan fríamente.
- Satanizar la moda. De esto hablé hace unos meses, y fue precisamente porque escuché una conversación con colegas de renombre, donde decían que les parecía mal tener que estar pendientes de las tendencias, ya que eso era superficial. ¡Hello! nuestros clientes van a tiendas o compran en tiendas online/redes sociales, donde está plagado de información de tendencias, y si no estamos nosotras como intermediarias para ayudarles a interpretar y elegir adecuadamente todo ese caudal de información… ¿quién lo hará? Así que sí, puede que comulgues o no con la moda pero estar informada solo tiene ventajas en estos tiempos donde los clientes, vienen bastante informados sobre el tema.
- Excederse con las reglas protocolares de antaño. Esto puede parecer lo opuesto al punto anterior, y sí, aún hay muchos asesores que se rigen estrictamente por el manual de Carreño para algunos eventos. ¡Ojo! que me encanta seguir las reglas, pero si que es cierto que se ha flexibilizado muchísimo el tema de las «reglas del buen vestir» (se lee súper anticuado jaja), y nos guste o no hay que fluir con ello o quedaremos bastante caducas con lo que enseñamos.
- Vender servicios que prometen cambios extremos inmediatos. Ya fue la época dorada del famoso «Extreme Makeover», donde en un día «te convertían en otra persona» supuestamente más feliz y perfecta. Es triste pero aún se promueve mucho el asesoramiento desde la promesa del cambio radical, y no desde un trabajo lento, a largo plazo y que conecta con la conciencia y emoción al vestir.
- Crear promociones efímeras todos los meses sugiriendo que cualquiera necesita este servicio. Acá a nivel de marketing digital esto se percibe bastante desesperado y poco profesional. El servicio no es para todo el mundo, y promoverlo como si se tratara de algo sencillo, rápido y para cualquier tipo de cliente es desacertado y perjudica tu posicionamiento como marca.
- Ejercer la profesión sin siquiera saber información técnica o bases de psicología, comunicación personal, entre otros. Me aterra cuando me han llegado clientes que han tenido experiencias desastrosas con comentarios tipo: «eso te queda mal», «para verte más flaca tienes que hacer X», «ponte esto porque así estarás más canchera», y así etc, etc, etc. Quienes hacen este tipo de sugerencias se nota que no tienen el más mínimo tino para dedicarse a esto, y mucho menos para acompañar a alguien en un proceso tan complejo y profundo como lo es un asesoramiento de imagen. Por favor si acá te identificas con esto, sugiero que pienses ya en tomar una formación adecuada y ejercer desde la ética y empatía.
- Postear y postear fotos con outfits de lujo, que probablemente no tienen nada que ver con los precios de tus servicios, ni con el tipo de cliente ideal al que apuntas. ¡Acá te confieso que cometí este error ! en mis primeros años mitad blogger, mitad asesora, estaba más preocupada de verme «perfecta» con el look de lujo y más tendenciero, que de conectar con las necesidades de quienes quizás querrían contratar mis servicios. Con la creación de mi marca personal en el 2017 esto cambió radicalmente, y entendí que no puedo ni debo emitir un mensaje tan confuso como ese.
- No cobrar por tu trabajo, sino para enganchar a un cliente. BASTA de regalar tu tiempo, conocimiento y herramientas en sesiones que no son gratas para ti como profesional. Es cierto que no existe un estándar respecto a este tema de los precios de servicios, pero también te invito a analizar y calcular cuál es el valor de tu hora de trabajo si deseas trabajar/emprender de esto y crear servicios rentables.
Puede que me haya extendido con los «NO», y creo que me quedaron aún un par fuera de acá, pero por ahora han sido los que más he visto de cerca sobre todo en redes, donde se nota la falta de conocimiento sobre este rol, donde aún muchas personas consideran que el asesoramiento es solo «gustar de la moda y tener buen gusto», y bueno… saber que falta mucho por seguir informando sobre la realidad de esta profesión, y el cómo queremos proyectar lo que hacemos, también depende de lo que mostramos a diario.
Si te has encontrado identificada con alguno de estos puntos, no te eches para abajo, reconócelo, y fíjate alguna manera de replantearlo para cambiarlo por algo positivo que ayude a tu profesión y a ofrecer un servicio de calidad y sobre todo, ético.