Qué bonito sería mirarse y tener siempre un halago para nuestra imagen. Más bonito sería que incluso recibiendo comentarios negativos, nos resbalen y podamos salir airosas teniendo la certeza de que lo hermoso está, y la única que tiene el poder de validarlo somos nosotras mismas.
Esta ilusión es la que me lleva a escribir este post. En una semana donde una clienta me ha contado un episodio que lamentablemente sucede a diario, y que solemos permitir por miedo o incluso shock.
Imagina que estás trabajando continuamente en verte y sentirte mejor, que de hecho has decidido invertir tiempo y recursos en que esa meta por pulir tu imagen se concrete lo más pronto posible. Esa decisión ha hecho que cumplas con tus tareas como sintonizar con tu estilo, ordenar tu armario, deshacerte de aquello con lo que ya no conectas, rearmar tus rutinas de armado de outfits y belleza, en fin, todo lo que amerita para en verdad ponerte en esa ruta que has deseado hace mucho.
En medio de ese trabajo intenso, que requiere de valor y mucha dedicación has decidido también lanzarte a vestir según tu estilo, ya nada ni nadie puede detenerte y te atreves a hacer tus propias combinaciones. Pues bien, uno de esos días donde estás convencida por todo lo que has venido trabajando a nivel interno, se cae, se rompe y hasta te hace sentir que vuelves a un punto cero, donde las voces negativas empiezan a aturdirte nuevamente, el bucle mental te lleva a cuestionarte y te ves atrapada en pensamientos críticos, llenos de juicio.
¿Sabes por qué pasó esto? Alguien se atrevió a decirte un comentario totalmente negativo y desubicado. Alguien que no sabe por todo lo que has estado pasando desde hace años con tu cuerpo, tu idea de belleza y tu confianza al vestir. ¿Pero de dónde vino esto? Pues de lo que estamos acostumbradas a tolerar, bromas de mal gusto, comentarios para poner a prueba nuestra confianza y hasta opiniones no solicitadas de personas que tienen que ver poco y nada con nosotras.
Levanto la voz por tu imagen
Me animo a contar a breves rasgos este episodio porque es 100% real. Le sucedió a alguien que ha estado trabajando conmigo en sesiones, que ha confiado en sí para tomar este camino, y que se sintió herida por no saber cómo reaccionar. Pero ¿qué se hace en estos casos?
- Estamos en un mundo donde todo el tiempo nos ha importado la opinión de los demás. Acá no echo culpas ni justifico actos, pero es así. A mí me ha pasado, a amigas también, y a clientas, que han recibido opiniones no solicitadas respecto a cómo se ven y qué están haciendo. ¿Lo mejor? comprender que las opiniones surgen desde la percepción del otro y nada tienen que ver conmigo.
- En tu proceso de descubrimiento habrá piedras y obstáculos. Imagina que desde muy pequeña has forjado una relación contigo, y con ello una serie de creencias y pensamientos acerca de cómo te ves. Así que es normal que en este nuevo rumbo haya días donde no todo sea color de rosa, porque hay que reconstruir esa relación con tu imagen. Así que puede que esas palabras de otros o tuyas (y negativas) sean para probar que tan fuerte eres con tu nueva percepción.
- Dar espacio a la buena vibra y pedir respeto. Acá voy a contarte algo muuuuy personal pero real. Mi querida abuela es súper sincera y a veces eso puede llegar a ser un don o un problema. Pues bien, quizás en muchos de sus comentarios por más que ella buscara resaltar algo positivo, también podía ser que ese «algo» no sonara tan bonito, y me dijera algo así como «pero mijita, ¿acaso usted ha dejado de ejercitarse?», comentario que obviamente significa «te has descuidado a nivel peso, bla bla bla». Y siendo este un tema que considero delicado para mí (sí, lo ha sido siempre), tuve con todo el amor del mundo decirle que por favor omitiera ese tipo de comentarios sobre mi peso porque no me hacían bien. Nadie murió por eso, y simplemente fue un pedido honesto ante algo que podía serme hiriente. Ahora te pregunto ¿considerarías pedirle a ese alguien (cercano o lejano) de que dejara de emitir opiniones sobre tu imagen si no son solicitadas?
- Y por último, mucha paciencia. Las voces negativas van a estar al acecho SIEMPRE, más veces de las que imaginas y suelen empezar por ti misma. Desde un «me veo terrible» hasta un «me queda fatal X cosa», entonces, por qué mejor no hacer un análisis de ello, tener en cuenta qué tanto te repites frases así, y luego una vez que cambies el discurso si empezar por reforzar la idea de tu belleza. Somos un espejo, lo que nos decimos es lo que solemos recibir también de los demás. Y aunque duele/cueste aceptarlo, es más válido detectarlo a tiempo que seguir ignorando la situación.
El ejercicio más complejo es el de mirarnos con amor al espejo, se construye el hábito y luego se nos va volviendo natural, pero empieza por trabajar nuestra consciencia e identificar qué nos decimos todo el tiempo, porque en función de eso luego actuamos, elegimos y permitimos que entren o no las voces negativas sean propias o de otros.